Mayo siempre es un mes especial en la familia marista. Han sido 31 días de celebración. De hecho, todas las clases han podido mantener su encuentro de “buenos días” con María. El mes de las flores, de la violeta de la humildad, la de la sencillez y la de la modestia.
Cuidando todas las medidas sanitarias marcadas por la situación de pandemia, se ha conseguido mantener viva la ilusión por celebrar junto a la Buena Madre que somos familia y que cada día es una ocasión para disfrutar.
Comenzábamos el mes con el Rosario de la Aurora. Los alumnos de 1º de Bachillerato acompañaron a María en un recorrido en el que fueron recibidos en sus distintas estaciones por las diferentes clases del colegio. La amplitud de nuestros patios y el entorno del colegio pusieron fácil el sentir la cercanía, entre todos y con María, a pesar de la distancia física con la que se vivió.
Desde ahí, cada día una clase ha amanecido a la nueva jornada desde la capilla. Cierto es que no han podido invitar a sus familias o a sus compañeros de curso como en otras ocasiones, pero todos esos huecos que quedaban en la capilla no eran espacios vacíos. Se han llenado de sentido y de vida.
Las restricciones han impedido que toda la comunidad educativa terminase el mes acudiendo al Santuario de la Virgen de la Fuencisla. Aun así, este mayo queda para el recuerdo y queda cerrado, de forma especialmente significativa, por un segundo Rosario de la Aurora. En esta ocasión guiado por los compañeros de 2º de Bachillerato que no pudieron acompañar a María el pasado curso.
Un mayo vivido y disfrutado. Feliz junio.